Con frecuencia en nuestro cotidiano somos adict@s a pensar y con ello, se instala una sensación de fragmentación en el cuerpo. Le cedemos nuestra principal atención al pensamiento y nos vivimos desconectad@s del cuerpo y anhelando el amor.

Con el propósito de volver a habitar el amor in-tacto que somos, de volver a recordar «aquello» que no se puede fragmentar, la invulnerabilidad del ser, nace esta formación.

A través del tacto nos otorgamos a nosotros mism@s, el honor de celebrar la presencia de la vida que habita el cuerpo y de todas sus sensaciones y percepciones. El cuerpo es el templo del alma; por esta razón nos acercamos a él con respeto, cariño y devoción.

Para ello habrá que desaprender, vaciarte de lo viejo para recibir lo presente, vaciarte de lo que sabes y entrar in-tacto (no fragmentado) a la profundidad del océano de la meditación del tacto.

La meditación del tacto es una experiencia íntima de Comunión que se pone al servicio de la conciencia (Chit) y la dicha (Ananda).

El toque es pura sanación cuando entiende que el cuerpo, las emociones, la mente y el alma juntos, forman un Todo.