Siento, luego gozo.
¿cuántas veces hemos pospuesto el darnos un gusto? ¿cuánto de celebración hay en tu cotidianidad? ¿das por garantizado el hecho de estar viv@ y te cuesta reconocer la cantidad de regalos que hay en tu vida?
El gozo es la intensidad de los sentidos, es palpable. Se puede sentir muy concretamente en el cuerpo y por eso te conecta con la vida y con la muerte. El gozo te fulmina, fulmina a tu personaje, te depoja del “ yo”, te atraviesa y es así como llega la desindentificación. El placer es un modo de ser.
Cuando los movimientos del cuerpo fluyen libres, con ritmo y armonía con lo que nos rodea, es decir cuando hay una relación y una permeabilidad entre lo interno y los externo, eso nos place.
El placer deja un rastro, deja huella y para encontrarlo podemos seguir el mapa de los sentidos.
Recuerda una cosa muy importante: no te aferres al placer, no pretendas que dure para siempre, entrégate a él y deja que el cuerpo responda libremente.
Os dejo aquí algunas propuestas para conectar con los 5 sentidos:
*El sentido del gusto: las múltiples antenitas de tu lengua te permiten percibir los distintos sabores. ¿sabes a qué sabe tú mundo? ¿Sabes a qué saben las personas que te rodean?
Pequeña meditación: tómate unos instantes antes de continuar leyendo, toma unas respiraciones y empieza por saborear tu boca, siente la textura de tus labios por dentro y por fuera, acaricia tus dientes suavemente…y sobretodo; hazlo muy lento, muy lento. ¿qué sientes en tu cuerpo? ¿Te gusta?
Escoge algo que te apetezca llevarte a la boca. Puede ser una fruta, o una parte de tu cuerpo. Acércate a ello despacio, deja que tus labios reposen, suaves en la superficie. Acarícialo lentamente. Juega con tu lengua y explora su textura, su sabor. Conecta con la saliva que emana de esta meditación. ¿A qué sabe tu saliva? Al retirarte continua en contacto con tu boca y sus sensaciones.
* El sentido del oído: tan conectado a nuestro cerebro, que nos puede cambiar la percepción del mundo…puedes invadirte de silencio interno a través de sonidos o música externa, o bien al revés puedes llegar a través del silencio externo a escuchar la infinidad de sonidos que hay dentro de tí: los fluidos internos, los latidos del corazón, la respiración vibrando a través de tu boca, etc.
Pequeña meditación: tómate unos minutos para ti. Siente ¿qué es lo que te apetece escuchar? Primero contacta con quién escucha; ¿cómo se siente? Cuando hayas conectado con tu interior te darás cuenta si lo que necesitas es silencio o algún tipo de música en especial. Recuerda que hay placer cuando hay consonancia entre lo interno y lo externo.
*el sentido de tacto: solo con el propio tacto, un toque consciente y amoroso, algo se relaja en el cuerpo. Poco a poco, hemos olvidado dónde tocar, cómo tocar, cuán profundo hacerlo. De hecho, “el tacto” es uno de los lenguajes más olvidados. Generalmente nos sentimos casi incómodos al tocar, hemos teñido el tacto con la demanda sexual.
Pequeña meditación: tómate unos minutos para ti, relajad@, sentad@ o estirad@. Conecta con la respiración, y ella te llevará al cuerpo. Siente ¿cómo te sientes?
Fluye con energía total. Y cuando estés más presente en él fluye, acarícialo, tócalo, explóralo acompasando la energía que hay en este momento, en armonía. Reconoce a tu cuerpo tocándolo, con lentitud e inocencia, como cuando contemplas un paisaje que nunca antes habías visto. Sentirás un placer que nunca has sentido antes.
*el sentido de la vista: probablemente el sentido que más valoramos, nos conecta con las distintas formas que tiene el mundo. Con la gama de colores, incluso de texturas que hay. Nos lleva de la luz a la oscuridad. Nos enfoca y nos presenta los detalles del mundo. Nos permite ver la danza de lo global y el conjunto de lo panorámico. Nos acerca a la belleza y a la armonía.
Pequeña meditación: cierra los ojos, tómate unos minutos para ti, relajad@, sentad@ o estirad@. Conecta con la respiración, y ella te llevará al cuerpo. Siente ¿cómo te sientes? Coloca los dedos índice encima de cada párpado (ojos cerrados), deja reposar ahí el peso del dedo. Internamente relaja la mirada, sin focalizarla en nada. Quédate ahí unos minutos. Luego retira los dedos y lentamente abre los ojos. Observa algo que emane belleza para ti. Puede ser un objeto, un paisaje o quizás una persona. Míral@ relajadamente. Observa todos sus matices y a la vez conecta con tu respiración mientras lo hagas. No lo analices. Sencillamente, acaríciale con tu mirada.
*el sentido del olfato: Se cree que uno de los sentidos más agudo. La influencia de los olores no siempre es consciente. Es el único sentido que está relacionado directamente con el cerebro. A través del olfato hay un vínculo con las emociones y estados de ánimo muy profundo.
Pequeña meditación: Si estás en casa, escoge algunos de tus aromas preferidos. Pueden ser comidas, frutas, aceites esenciales, etc.
Cierra los ojos, tómate unos minutos para ti, relajad@, sentad@ o estirad@. Conecta con la respiración, y ella te llevará al cuerpo. Siente ¿cómo te sientes?
Tómate unos minutos para oler aquello que has escogido. Toma una pausa entre cada distinto aroma. Observa que rastro deja en ti cada fragancia. ¿Cómo te hace sentir? ¿alguna emoción? ¿algún recuerdo o imagen? ¿qué le sucede a tu cuerpo?
Si estás en la naturaleza, simplemente huélela. ¿A qué huele? a tierra? ¿a sal? ¿a humedad? ¿a pino? ¿a tomillo?
Cuando podemos habitar nuestro cuerpo y estar presentes en nuestra respiración, permitiendo que la energía vital vaya conquistando más y más espacio a través de los sentidos, abrimos de manera mucho más fluida las puertas del placer en nuestras vidas.
Espero que goces de tus sentidos, con libertad, creatividad y celebración!